Desde sus inicios en 2003, la economía kirchnerista mostró como rasgos distintivos una notable pujanza sostenida y un formidable desempeño del mercado laboral (en ocho años se crearon casi 3,5 millones de puestos). Esta fase de bonanza (sólo interrumpida por una breve recesión en la transición entre 2008 y 2009) tuvo como pilares a las muy favorables condiciones internacionales y las políticas fuertemente expansivas que propuso el gobierno. Ni siquiera la persistente inflación que nos acompaña desde 2006 perturbó el arrollador avance del nivel de actividad, observa un reporte de Federico Muñoz & Asociados. 
Sin embargo, aclara la consultora, esta dinámica virtuosa de la economía local comienza a verse amenazada en este 2011 por un dato novedoso: los dólares ya no sobran como en el resto de la era K y comienzan a escasear. Este cambio de escenario en las cuentas externas promete convertirse en el resquicio por el que se filtraría un deterioro sensible del desempeño económico, si las autoridades no se enfocan en el problema y trabajan para su reparación. 
A estas amenazas que se ciernen sobre la economía local, se le suma la constante volatilidad de los mercados que un día pone a las Bolsas en un tobogán y, al siguiente, puede estar subiendo por las escaleras. Todo por los riesgos de una recesión global, con las principales potencias económicas al borde del colapso. Lo último fue la baja de la calificación de los bancos argentinos, de estable a negativa, decidida por la agencia Moody´s.
En la Argentina, el contexto político le suma otro ingrediente. Con el resultado de las primarias del domingo 14 pasado, a la gestión de la presidenta Cristina Fernández le cabe pensar en la economía que se viene. Y hacia dónde va la Argentina, versión 2012.  
Hasta el primer semestre de 2011, la economía "K" mantuvo dos de los rasgos que la distinguieran en los últimos cinco años (salvo durante la breve recesión entre 2008 y 2009): la pujanza en el nivel de actividad y la elevada inflación, insiste el diagnóstico al que accedió LA GACETA. El año arrancó con la economía creciendo a tasas anuales cercanas al 6% y con la inflación cómodamente instalada por encima del 20% anual. 
Curiosamente, hasta entonces, la inestabilidad de precios parecía no afectar la marcha de la economía. Si a esto sumamos la también llamativa complacencia de la sociedad hacia la inflación, se entiende la tozudez oficial a la hora de negar el problema y -por ende- su escaso interés en buscarle una solución, indica el reporte privado.
Sin embargo, esta dinámica relativamente virtuosa de la economía kirchnerista se ha topado con algunos obstáculos que amenazan su continuidad. El giro determinante que compromete la vigencia del "modelo" es el cambio de signo del Balance Cambiario: el déficit crónico de Cuenta Financiera ha pasado a superar al superávit de Cuenta Corriente. O, en términos más llanos: el ingreso de dólares comerciales ya no es suficiente para cubrir la salida de divisas por el canal financiero. "Por primera vez en la era Kirchner, en este año el Banco Central (BCRA) tendrá que ceder dólares para cubrir esa brecha y sus reservas cerrarán por debajo del nivel en que lo comenzaran, señala Federico Muñoz & Asociados. "Si las autoridades no toman nota del cambio de escenario en las cuentas externas y actúan en consecuencia, presagiamos un acelerado deterioro del desempeño económico nacional durante 2012", advierte.

Las tres vías
Tras la evaporación de su holgura externa, la economía argentina ha perdido margen de maniobra y de error. En lo sucesivo, su desempeño dependerá mucho más de la calidad de la política económica que en los dos primeros mandatos kirchneristas. ¿Qué es lo que necesitaría el país para hacer frente a la crisis externa y corregir las políticas económicas? Tres alternativas sugeridas por la consultora privada:
Diseño y ejecución de un Plan de Estabilización: un programa integral para combatir la inflación, el principal desvío macro que afecta hoy al país. El plan debiera partir del reconocimiento del problema para poder deflacionar las expectativas (resulta imprescindible el saneamiento del Indec) y confiar en múltiples anclas para frenar las subas de precios (hoy sólo opera el ancla cambiaria; debieran sumarse también las políticas fiscal, monetaria y de ingresos). 
Señales a favor de una mayor institucionalidad (menos arbitrariedad y discrecionalidad): A partir de 2007, se instaló la sensación de que, con los Kirchner, "cualquier decisión era posible o esperable", por caprichosa o reñida con las reglas instituidas que pareciera. La reacción defensiva del público ante la incertidumbre que generaba este estilo de gestión fue la masiva dolarización de carteras. Con el cambio de signo del Balance Cambiario, la reversión de esta desconfianza se torna imperiosa. A tal fin, creemos que -amén de frenar la inflación- es prioritario desterrar la discrecionalidad y la arbitrariedad que caracterizaron a la gestión económica kirchnerista. 
Reparación de distorsiones de precios relativos. El tozudo congelamiento de diversos precios políticos ha provocado severas distorsiones; en particular, el manifiesto abaratamiento artificial de la energía desalentó su oferta provocando desabastecimiento y engrosando hasta extremos insostenibles la factura de subsidios. No puede postergarse el inicio de la corrección de estas distorsiones a riesgo de comprometer aún más la oferta interna de energía y someter al fisco a una carga insoportable.

Proyecciones
8% es la estimación de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI) previsto para este año. 

9% es el aumento acumulado en lo que va del año del Índice de Producción Industrial, según el análisis de Orlando Ferreres & Asociados.

7% es la tasa de desempleo en el país del segundo trimestre, de acuerdo con la medición del Indec. 

43,2% es el índice de ocupación en la Argentina, según el Indec. 

24% Mes el incremento interanual que registraron las exportaciones.

37% es la expansión observada en las importaciones de los primeros siete meses del año.